02 julio, 2016

Modernidad y simbolismo en las pantomimas de Pablo Luna y Manuel de Falla


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artículo procedente de:
"El teatro de arte. 
Libro de las Jornadas de zarzuela 2015"
Madrid: Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, 2016.
(en prensa)
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Nacho de Paz, director de orquesta

1. - LA RECUPERACIÓN PRÁCTICA DE PARTITURAS DEL PASADO

Tras un año de trabajo, hoy día 27 de septiembre de 2015, estamos a punto de mostrar sobre el escenario un nuevo reestreno en tiempos modernos. Y digo “nuevo” haciendo referencia a la producción de “El terrible Pérez” de Torregrosa y Valverde que en las pasadas Jornadas de Zarzuela de 2014 les presentamos tanto en estas conferencias como sobre las tablas de este mismo Teatro Auditorio de Cuenca. 

En aquella ocasión realizamos, en equipo1, un complejo trabajo de reconstrucción de una partitura en el que se perseguía una edición práctica y expresiva con el objetivo de llevarla a los atriles de la orquesta con la máxima efectividad y las mayores aspiraciones de refinamiento, precisión y garantías artísticas que fuésemos capaces. Así, nos replanteábamos lo que significa realizar una publicación que fuera más allá de la mera copia diplomática (transcripción literal de los manuscritos) o aquello que algunos denominan (incorrectamente en nuestra opinión) una “edición crítica”. 

Según nuestra experiencia interpretativa (y como público oyente), manejar ediciones plagadas de errores de notas, de contradicciones, ausencias o indefiniciones de articulación, de dinámicas, de ligaduras, de fraseo o de tempi, repercute muy negativamente en la calidad de las interpretaciones. En ocasiones llegan a las orquestas materiales recuperados de nuestro patrimonio musical que rozan lo amateur quizá por desconocimiento de las técnicas de orquestación, de armonía, de contrapunto, de notación o por carencia de praxis interpretativa por parte de los editores. 

07 febrero, 2016

La tertulia de Radio Clásica - El legado de Pierre Boulez

07.02.2016
RNE - Radio Clásica / Alberto González Lapuente 

Tertulia moderada por Alberto González Lapuente alrededor de la figura de Pierre Boulez (Montbrison, 1925 - Baden-Baden, 2016). Intervienen Germán Gan, Stefano Russomanno y Nacho de Paz.


01 febrero, 2016

Olivier Messiaen : Et Expecto Resurrectionem Mortuorum (répétition, documentaire)



1965 dans la cathédrale de Chartres.
Production : Pierre Schaeffer, Groupe de Recherches Musicales de l'ORTF
Emission de Luc Ferrari
Réalisation S.G Patris

Serge Baudo dirige la répétition.

C'est au musicien croyant et à l'homme qui fût interné dans un camp pendant la deuxième guerre mondiale qu'André Malraux commande une oeuvre pour célébrer les morts des deux Guerres mondiales. Et Expecto Resurrectionem Mortuorun (et j'attends la résurrection des morts) fut créée le 19 juin 1965 à la Cathédrale de Chartres en présence du Général De Gaulle. En tant que chrétien, Olivier Messiaen déclare ne pas croire à la mort. Et Expecto Resurrectionem Mortuorum est composée de cinq pièces qui chacune commente un texte de l'Ecriture Sainte consacré à la résurrection des morts et à la vie des temps glorieux qui y feront suite.

Lors de la répétition finale, le compositeur commente chaque mouvement, s'explique sur le choix des timbres, et intervient pour corriger tel ou tel instrumentiste. Ce travail de mise au point de l'exécution finale permet d'entendre l'oeuvre mouvement pas mouvement, et de saisir la profondeur de la musique d'une des figures de référence du monde musical contemporain. Pour son orchestration, Olivier Messiaen a choisi des instruments en accord avec le cadre de la cathédrale de Chartres : cuivre, bois, et percussions métalliques.

06 enero, 2016

in memoriam Pierre Boulez





por Nacho de Paz

La fecha de hoy marca el final de una época en la historia de la música. Se nos ha ido el compositor, director y maestro Pierre Boulez.

Como compositor, primero agitó las conciencias estéticas de la segunda posguerra mundial. Junto a otros compañeros de viaje, como Karlheinz Stockhausen, removió los cimientos de la creación musical huyendo de cualquier perfume post-romántico tomando como punto de partida la Segunda Escuela de Viena, en particular, el camino iniciado por Anton Webern. Su evolución en este terreno ha marcado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX conceptos, técnicas e incluso modas. Sus multiplicaciones de acordes, su particular serialismo cargado de mensajes ocultos y homenajes, sus características armonías y formas musicales que crecen a partir de delays arborescentes forman parte del acervo cultural de una era.

Como director, a través de un pensamiento lógico y estructural y de un gesto funcional (que está al servicio del texto y nunca como un show) tradujo la complejidad en orden, en transparencia. “Dirigir con la cabeza fría y con el corazón caliente. Y no dirigir con la cabeza caliente y el corazón frío” era una de sus máximas. Sus grabaciones son un legado indispensable para comprender sin borrones, sin manchas, sin deformaciones, sin arbitrariedades, buena parte del repertorio del siglo XX.

Como maestro, marcó a toda una nueva generación de directores a nivel mundial. Siempre buscó las ocasiones para dedicar cierto tiempo a la formación de los intérpretes jóvenes. Aquellos que hemos tenido la ocasión de aprender directamente de él estamos muy influenciados por su aproximación al hecho musical y hoy nos sentimos huérfanos tras su partida.

La música de Boulez me ha acompañado en diferentes momentos clave de mi vida. Recuerdo mi primer curso de dirección de orquesta con Arturo Tamayo, en 1997, cuando me eligió para dirigir “éclat” al final del mismo, hecho que suponía para mí un auténtico reto. Posteriormente, tuve la oportunidad de colaborar con Tamayo como director asistente en los estrenos en España de “Notations I-IV” para orquesta y de “…sur incises…”. Un vídeo mío dirigiendo esta última obra me llevó a conocer al maestro Boulez en 2004. Fue entonces cuando llegué a la última ronda de unas pruebas para ser su asistente en el Ensemble Intercontemporain de París. En aquella ocasión me tocó dirigir para él y frente a un extenso tribunal la “Suite” Op.29 de Schönberg. Me indicaba cómo afrontaba él mismo diferentes pasajes de la obra. Guardo un recuerdo muy especial de aquel día que supuso mi invitación posterior a la Luzern Academy en los dos veranos siguientes.

En Luzern, en 2004 y 2005, el maestro estaba mucho más relajado que en París, disfrutaba ensayando diez u once horas diarias hasta tres programas simultáneos. Era un ejemplo de eficacia, de precisión, de sobriedad, de gestión de las energías y de las palabras. Una de las principales enseñanzas que recuerdo de aquellas semanas es que “el gesto del director mimetiza el gesto que el instrumentista necesita para producir un sonido determinado”. El gesto no solo está íntimamente ligado al timbre, a la intensidad y a la estriación rítmica del tiempo, sino además a la propia técnica instrumental y esto se transmite con una gran sutileza.

La obra del maestro siempre está presente en mis clases de análisis, pues sus composiciones suponen verdaderos puntos de inflexión en el pensamiento musical y éstas han influido en los más diversos estilos, incluso en los que en apariencia son divergentes. La ocasión más reciente en la que dirigí música suya fue con su fúnebre y simbolista “Rituel in memoriam Bruno Maderna” con una orquesta de jóvenes, la Academia para la Nueva Música (CSMA). Desde hace once años, en el Conservatorio Superior de Aragón, trato de contribuir con algún granito de arena a extender el espíritu riguroso y entusiasta de la música de nuestro tiempo que Pierre Boulez nos ha enseñado. Varios de mis alumnos han sido luego invitados a participar en la Luzern Academy con el maestro y en diferentes academias que siguen su estela, como la del Ensemble Modern, la de Klangforum Wien y otras tantas similares.

Su espíritu ha marcado una época y hoy tristemente somos todos más conscientes de ello que nunca.
“… y luego todo se alejaba de él, la tierra se le escapaba bajo los pies, se volvía tan pequeña como una estrella fugaz, sumergiéndose en una impetuosa corriente cuyas claras aguas fluían por debajo de él.”  
Georg Büchner
“Lenz”